sábado, 23 de marzo de 2013

Conocidos, casi ajenos.

Y ahora, que no estás, que no te busco. Te echo de menos como se echa de menos la luz del sol en la cara. Te extraño solo ocho días a la semana. Y luego me doy cuenta de que el tiempo no se para, de que no puedo pararlo por más que lo intento.
Te echo de menos y tu no me echas en falta. Extraño tus dedos buscando el calor de mis manos. Y tus ojos dibujando mi pelo. Y las sonrisas que ahora me matan.
Ya no hay ruido que nos separa. No son tus dedos los que mueven mis hilos, ya no me atrapas.
Ya no hace falta que me llames mañana. Ya no hace falta que sigas por mí.