viernes, 18 de octubre de 2013

Vértigo.

No sé si hago bien escribiendo esto. No creo ni que esté bien plantearme decirlo. No estoy bien.
Llevo días en una espiral de confusión. Y así es como me siento: terriblemente confundida. Me parece que no existe una palabra para este sentimiento pero casi todos los hemos experimentado alguna vez ¿no?
Siento que no puedo con todo lo que se me viene encima, que no destaco en nada, que nunca lo voy a hacer. Me siento sola. Y lo digo. Me siento sola, pero no físicamente. No sé cómo expresarlo. Siento que nadie más sufre lo mismo que yo, como si mi vida hubiese dado un vuelco y no supiese a dónde agarrarme para evitar caerme. Es algo así. Voy a llamarlo Vértigo.

No sé cuantas noches van ya con Vértigo cerca. Me hace sentirme mal conmigo misma, me hace llorar sin tener claro el motivo y hace que me sienta indefensa. Igual son tonterías mías pero cada vez me siento más lejos de mi cuerpo, no sé, como si viese mi triste vida desde fuera. Y la verdad que cada día estoy más nerviosa y me cuesta más concentrarme en cosas que antes eran fáciles para mí. Y esto me lleva a plantearme cosas que me agobian más y cierran el círculo.

Espero que esto no dure mucho más porque no sé hasta dónde puedo soportarlo.


viernes, 4 de octubre de 2013

Ahora mismo solo tengo claro una cosa: tengo miedo.

Tengo miedo. Y no es fácil reconocerlo. Creo que es una de las cosas más difíciles del mundo decir que tienes miedo. Es complicado pararte y decir: tengo miedo y lo peor de todo es que no sé cómo acabar con ello.
Hay muchas cosas. Miedo al futuro, a quedarme sola, a crecer, a cambiar, a no saber elegir. Miedo a ser mayor y aceptar que lo soy.
Me tengo miedo, mucho. Y todo esto nace de una decisión, si es buena o mala aún no lo sé porque todavía no la he tomado. Y el tiempo no me ayuda, cada vez me queda menos para elegir. Además, es muchísima la presión que tengo encima. Todos creen que voy a elegir bien, que voy a estar segura cuando tenga que decidir y que voy a hacer lo correcto.
Y esto es para mí la vida ahora, una nube gris muy densa que no me deja pensar ni concentrarme, que me hace plantearme once veces las cosas antes de dar el siguiente paso. Y vuelve otra vez el miedo.

Llorar no sirve, ni gritar, ni intentar olvidar que estoy asustada, porque es verdad, y no lo puedo negar. ¿Por qué nadie pregunta cómo me siento? Indecisa, insegura, caótica, asustada diría. La gente te puede aconsejar, pero la decisión es solo mía y si me equivoco voy a ser yo la que lo sufra.




Y ojalá apareciera Peter Pan esta noche en mi ventana para llevarme a Nunca Jamás.