jueves, 26 de diciembre de 2013

Mi estrategia es que un día cualquiera, no sé cómo ni con qué pretexto, por fin me necesites.

Y mañana me levantaré porque el maldito despertador no me dejará seguir durmiendo. Y beberé café para matar el sueño que me atrapa. Y otra vez buscaré calcetines desparejados que se esconde por miedo a ser distintos. Y tendré que sonreír, porque mañana también toca.
Que tal vez todos estemos buscando lo mismo, solo que no nos ponemos de acuerdo para explicarlo.
Y que no sé si todos estamos tan desesperadamente solos como parece, pero yo quiero, y espero, que algún día alguien me quiera tanto como yo quiero a esta idea. La estúpida idea de pensar que no estoy sola en este mundo de locos, que hay un sitio para mí. La idea de creer que aunque ahora sea difícil aceptar lo del otro lado del espejo, un día todo estará superado. Las ganas de reír que ya casi siempre faltan, que los gritos que ahora son de rabia un día pasen a pedir una canción más. Y las lágrimas. Las lágrimas que ahora están cubriendo mis ojos, un día dejarán de marcar mi piel. Y esta tonta idea, la que tanto me promete, la que tanto deseo, es la que me hace levantarme y apagar el despertador, y pensar hoy también que puede ser mañana cuando todo esto, todo lo que me hace falta, aparezca.

1 comentario:

  1. Y qué entrada tan grande. Que deja con ganas de más. Que deja con ganas de seguir leyendo. De seguir sintiéndote identificada con cada palabra. Y acabar una frase para seguir leyendo la anterior.
    Me gusta, eres buena o bueno. No sé.

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