jueves, 30 de enero de 2014

They are already ghosts

Y cada beso parecía infinitamente más corto, más frío. Como si el roce de nuestros labios hiciese el olvido y nuestras miradas fueran solo garabatos en un barco de papel. Como si todo lo que había a nuestro alrededor en ese momento cayese en un abismo que solo nosotros podíamos recomponer. Y esos roces que antes parecían cubrir cada centímetro de mi piel se convirtieron en espectros que no querían que la luz del sol entrase, que no me dejaban ver. Y el cielo como cada invierno lloraba. Y las noches se sucedían sin dejar que los días arreglasen lo que no fue. Y me rompí. Como tantas veces antes. Me rompí sola. Sin que nadie más se diese cuenta. Reventando los puntos que ya casi cerraban la cicatriz sobre mis costillas, dejando que el miedo corriese libre otra vez. Arrancando lo único bueno que me quedaba dentro y que, por alguna razón, nunca supe querer.

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