martes, 30 de abril de 2013

Dos puntos, empiezo.

Creo que todo sucede por algo. Que si una puerta se cierra otra más grande y hermosa se abrirá. Pero hay veces en las que esto no está tan claro.
Voy a hablar sobre los últimos tres días de mi vida. En los que todo se ha mezclado.
El sábado fue un día de recuerdos. Yo sé vivir echando de menos a alguien y no tiene que llegar el día del aniversario para pensar en él. Yo pienso en mi padre todos los días y le quiero demasiado como para olvidarme de los buenos momentos que compartimos. No creo que fuese necesaria una misa para recordarnos que ya no está, que ya no vamos a poder abrazarle de nuevo. Estas cosas te hacen darle vueltas a la cabeza, demasiadas vueltas y demasiado tiempo. Ya he aprendido a seguir con ese peso encima y a vivir sabiendo lo que he perdido. Pero después de misa quise agradecer a alguien demasiado especial lo que hizo por mí.
Nunca me he sentido sola. Sé que tengo muchas personas que me quieren y que nunca me dejarían caer. Les tengo que dar las gracias a todas esas personas, las que hacen mi vida un poco mejor. Pero hay alguien que solo ha tenido una pequeña idea de mi existencia, si es que alguna vez tuve la posibilidad de que se fijase en mí. Ese alguien es mi ejemplo a seguir, el tipo de persona que quiero llegar a ser algún día, el camino que quiero seguir. Él se llama Jorge y tiene uno de los corazones más grandes que existen. 
La noche del sábado le mandé un mensaje contándole lo mucho que había hecho por mí. Le dije lo importantes que habían sido sus letras cuando perdí a mi padre y le agradecí el haber cambiado mi vida. En ese momento yo estaba nerviosa porque había una parte de mí que no quería contar eso a nadie. Pero hubo un par de personas que me apoyaron en mi decisión y me dijeron lo fuerte que era.
Al día siguiente, yo no me encontraba muy bien de ánimos. Intento se fuerte, seguir, no mirar atrás, demostrarme que puedo con todo. Pero muchas veces no puedo con nada. Ese día recibí una respuesta.
Yo no había mencionado a nadie. No había escrito nada profundo. Una frase sencilla, superficial.

Estamos a nada de serlo todo.  
                                        
Pero él había leído mis mensajes. Había leído lo que a mí tanto me costó escribir. Y quiso contestar.

                Con gente como tú más cerca aún.

Y en ese momento el mundo se paró y yo me di cuenta de lo mucho que necesitaba esa respuesta.

No hay comentarios:

Publicar un comentario